Hoy en el día de la niñez, nos parece importante a la equipa de la asociación hablar de cuestiones generales e importantes que tienen que ver con las infancias y adolescencias trans y no binaries. Hacerlo desde la interdisciplina y desde la transdisciplina, en la que analizamos las vivencias y las violencias que experimentan las personas que acompañamos desde lo educativo y lo legal.

Sabemos que las vivencias que experimentan nuestras poblaciones pueden ser reducidas fundamentalmente a la construcción adultocentrista de la sociedad.

Desde el punto de vista legal, se remite a las figuras que limitan la capacidad de goce y/o de ejercicio de los derechos de las personas menores de 18 años. El impacto de esta limitante se refleja no sólo en su relación con el derecho, sino en su vida en general. Por ejemplo, en la expedición de una nueva acta de nacimiento con los datos correctos acerca de su nombre y su género, muchos estados siguen limitando el grupo de edad por su supuesta “incapacidad” para el autoconocimiento es decir, saber nombrar y determinarse. Este es sólo un ejemplo de cómo el derecho se construye con la mirada únicamente en las personas adultas, pero igual lo vemos en la impartición de justicia, en la resolución de las personas juzgadoras en materia familiar o civil, entre otras. Es preciso tener en mente que el derecho no está creado para infancias y adolescencia, pero a pesar de ello, son impactades por él, es por eso que es necesario hacer las adecuaciones correctas para resguardar sus derechos y promover su autonomía progresiva.

Además del punto de vista legal, queremos celebrar y conmemorar el día de las infancias, reconociendo la gran importancia de sus vivencias y la historicidad de sus luchas para la visibilización y escucha de sus voces.

En otras temporalidades, su existencia no era reconocida, no como materia, sino como personas ciudadanas que participan del mundo y de las sociedades. Estas visiones centradas en el desarrollo y la adultez y/o sabiduría, hicieron que fueran considerades desde adultes pequeñes, hasta  criaturas salvajes en proceso de humanización.

En esta sintonía, aún existe confusión desde el nombre al cual le damos a esa etapa: infancia, que proviene del latin infans, aquel que no habla o no tiene la capacidad de hablar, proveniente de aquel que balbucea. Esto dio lugar a no darles voz, ya que era considerada no valiosa o en construcción, y que hasta la fecha se ha reflejado socialmente en las dinámicas e interacciones.

Es aquí cuando podemos señalar al edadismo, como forma de discriminar por razón de edad, que va de la mano del adultocentrismo, la cual es la visión del sistema de creencias que sostienen que infancias y adolescencias son inmaduras, que sus voces y vivencias son menos válidas, que son más cambiantes, etcétera. Se cree que no tienen sabiduría o experiencia, o al menos no la suficiente.

Hacemos un llamado a la reflexión; al igual acompañar en la creación y apertura de espacios, donde infancias y adolescencias alcen sus voces, exijan sus derechos, y sean partícipes de las sociedades de una manera activa.